Inés Mendieta

Juan Carlos tenía 2 años cuando le diagnosticaron autismo. No hablaba, no caminaba. Le vaticinaron lo peor. Inés, su madre, no se rindió. Hoy, él labora en una de las firmas más importantes del mundo.

“Mi meta es ver a mi hijo hecho un joven independiente, productivo, logrado como cualquier otra persona”

¿En cuánto tiempo comenzó a notar mejorías?

Al año.

¿Cómo así?

Aprendí a comunicarme con él a través de unas figuras. ¡Por fin comencé a entenderlo!

Eso debe haber sido ¡espectacular!

“¡Por fin me entiendes, mamá!”. Así me di cuenta de cuánto ponía él de su parte para aprender; y comenzó a aprender muy rápido.

Hubo médicos que le dijeron que él no progresaría, pero aprendió a hablar, a leer, y ahora acumula medallas por las competencias de natación en las que ha campeonado, toca varios instrumentos y trabaja en una transnacional. ¿Cómo se siente?

Me siento una súper mamá. Una mamá que ha luchado, que ha dado todo, que ha crecido como persona. Una mamá que cuando ve que otros niños u otras mamás necesitan ayudan, voy y doy la mano porque sé cómo es esto. Uy, porque si empiezo a contarle por todo lo que he pasado, usted tendría que entrevistarme por varios días (ríe)…

No es sencillo asumir que un hijo es autista.

Al comienzo, te impacta. Uno se pregunta: “¿Por qué a mí?”. Después dije: “Diosito, si tú has puesto esto es mi camino, es porque quieres saber cuán fuerte soy yo o cuán grande es mi fe en mí misma y en ti”.

Hoy Juan Carlos trabaja en PricewaterhouseCoopers, una de las firmas más reconocidas del mundo. ¿Qué tal es verlo cada mañana irse a trabajar?

Ay, yo soy su fan número 1 (ríe)… Saco pecho al verlo que se va, bien al terno, bien tiza. ¡Orgullosa! Es la mejor cosecha de mi vida… Siempre hay problemas, pero cuando eso pasa, lo veo a él y se me pasa.