Si bien quedó inservible casi toda la infraestructura: casas, postas médicas, servicios públicos, no se perdieron vidas. La comunidad de Callahuanca logró guarecerse a tiempo en zonas altas y desde allí empezó a recibir ayuda.
¿Qué hicimos durante y después del fenómeno El Niño Costero?
En un primer momento llegamos a la zona en helicópteros llevando agua, comida, medicinas y artículos básicos como carpas y abrigo, entre otros. Luego, ayudamos a restablecer la accesibilidad, recuperando el puente y limpiando de escombros -más de 3 mil metros cúbicos de lodo- la vía principal de Barbablanca.
Coordinamos este trabajo con autoridades locales, regionales y ministerios, estableciendo un plan de trabajo enfocado en salud, infraestructura, educación y prevención de riesgos.
Nuestro objetivo hasta el día de hoy, es ayudar a que la comunidad de Callahuanca recupere o mejore su calidad de vida.
¿Cómo viene siendo nuestra ayuda en números?
Nuestra labor no termina y junto con la ayuda social de emergencia creemos que es importante dotar de herramientas de desarrollo a la gente.
Cuando la casa matriz del Grupo Enel se enteró del desastre impulsó una colecta entre todos sus colaboradores en el mundo. La respuesta fue impresionante: más de 200 mil dólares en aportes voluntarios que luego fueron duplicados por Enel Cuore, la fundación de Enel. Los poco más de 400 mil dólares fueron entregados a Cáritas Perú para que inicie un proyecto de desarrollo sostenible en Callahuanca. La investigación sobre las principales necesidades de la zona, dieron vida a un proyecto agrícola que busca fortalecer el conocimiento sobre los cultivos, mejorando la productividad de las parcelas agrícolas de la zona.
Aquí te contamos sobre el avance de este proyecto que ya empieza a mostrar resultados y ayudará a la comunidad de Callahuanca a mejorar su calidad de vida.