Nilda Camacho

A unos metros del río Rímac, una comunidad franco peruana le ha abierto las puertas de su asociación –y de sus corazones- a chicos que sobrevivían en las calles logrando que mejoren su calidad de vida y puedan construir un mejor futuro.

“No tendré grandezas, pero estoy colaborando a construir una sociedad diferente”

Son chicos en condición vulnerable, a los que les falta afecto.

Exacto. Yo tuve mucho afecto por parte de mis padres. Entonces, ¿por qué no dárselo a ellos?

Es usual que chicos que parecían haberse enrumbado, recaigan.

Nuestro principio es la libertad, los chicos toman sus propias decisiones. A raíz del proceso que trazamos, ellos evalúan. Esta institución trabaja con las puertas abiertas. Ellos deciden. Hay chicos que se han ido y han regresado, y cuando lo hacen y han consumido, se sienten pésimo; sienten que se han fallado, y nosotros estamos aquí para escucharlos, brindarles el soporte emocional que necesitan porque vemos que tienen ganas de salir adelante.

Debe ser muy rico ver cómo se encaminan, se hacen responsables de sus vidas.

Por supuesto (ríe)… Nos genera mucha alegría, pues sentimos que lo están logrando.

Para usted, son héroes.

Sí, porque somos testigos de su lucha, compartimos sus ganas de salir adelante, los escuchamos cuando recaen, vemos cuando superan tales cosas… Eso nos genera mucho orgullo. ¡Son unos héroes, en realidad!

¿Hay algún caso que en especial la haya marcado?

Todos los que van logrando salir adelante, como Maycol Flores y Giovani Huamaní, a los que conocimos en una situación bastante precaria y ahora están estudiando… Algunos no han logrado estudiar debido a las políticas educativas. ¡Deberían poder estudiar de manera diferente! Por ejemplo, a ellos les apasiona la música, y si tuvieran la oportunidad de desarrollar esa habilidad, ¡podrían alcanzar muchas cosas! Ten en cuenta que las drogas pueden haber afectado su parte cognitiva, entonces, ¡cómo van a recibir una educación regular!

También van a sus casas y contactan a sus padres. ¿Por qué?

Nuestra meta no es reinsertarlos a su medio familiar, pues a veces este ha sido el que los ha expulsado -padres con problemas penitenciarios, de alcoholismo…-, nosotros creemos en la revinculación: en que los chicos vuelvan a vincularse con sus familias, pero ayudados por una institución.

¿No desanima estar en contacto con una realidad tan cruda?

En Niños del Río creemos que podemos tener una sociedad mejor… Así como ocurre en las provincias, donde a la muerte de los padres la comunidad se hace cargo del niño, de su evolución, así también deberíamos actuar acá. ¿Por qué no?