Jeny Robles

A los once meses de nacida le diagnosticaron polio, 20 años después conoció el básquet en silla de ruedas, hoy es miembro de la selección nacional que ocupa el tercer lugar en Sudamérica.

“No hay que ser millonario para ser feliz. Todo depende de uno”

¿Cómo así nació su fuerza de voluntad?

Yo empecé a jugar básquet a los 20 años, desde que me invitaron a ver un partido; porque antes no había chicas, primero empezaron a jugar los varones. Un día, estábamos conversando cuando se nos acercó un amigo con discapacidad y nos dijo: “Chicas, ¿no quieren jugar básquet?”. “¿Básquet?”. “Sí, en silla de ruedas”. “Ah, puede ser”. “¡Vamos, pues! Hoy vamos a entrenar en San Martín”. Fuimos -allá había un equipo, el Santos-, los chicos estaban entrenando y, cuando nos vieron, nos prestaron sus sillas. “¡Siéntense! A ver, intenten encestar”. Lo intentamos, y: “Ya, tú tienes fuerza, ¡tú puedes jugar básquet! Tú, también. Vengan, entrenamos tales días…”.

¿Hasta entonces había practicado algún deporte?

Solo vóley, cuando era niña. Cositas así, y como me gustó el básquet, comenzamos a entrenar con los varones. Ellos nos enseñaban.

El 2010 ingresó a la selección nacional.

Así es. Nos comunicaron que se iba a formar una selección, se realizó un campeonato nacional y teníamos que sobresalir si queríamos integrarla. Primero hubo una preselección de veinte jugadoras, y de ahí quedamos diez o doce.

Hoy, en todo Sudamérica, su rival es Argentina.

Nos disputamos el segundo lugar a nivel sudamericano. Ahorita, en los últimos Juegos Parapanamericanos (realizados en agosto del 2015, en Toronto, Canadá), nos ganaron.

Sí, pero ustedes les hacen la pelea pese a que las sillas de ruedas con que compiten son de menor calidad que las de ellas.

Sí, tenemos muchas desventajas.

Las de ellas son de aluminio, las suyas, de fierro.

Sí.

Las de ellas cuestan casi tres veces más.

Y su ventaja es que las de aluminio pesan mucho menos que nuestras sillas. Las de ellas son más versátiles.

¿Cómo entonces les hacen la pelea?

Será por las ganas que tenemos (ríe)… y porque nos gusta lo que hacemos; ¡estemos en la selección o no!

¡Y sin presupuesto!

Sí, pues. Recién este año -para viajar a Canadá- nos apoyaron (el IPD) con una pequeña bolsa de viaje. Nos dieron buzos, zapatillas. ¡Por primera vez! Porque cuando empezamos –el 2010-, nosotras mismas nos hacíamos cargo de todo.

¿Cómo así, Jeny? ¿De dónde salía para sufragar sus gastos?

Bueno, el 2010 aún estaba trabajando (en un estudio contable). Lo dejé cuando comencé a entrenar para participar en la Copa Andina. Tenía unos ahorros, y mi esposo también me apoyó.

Eso fue clave.

¡Claro! Tener el apoyo de tu familia, de tu pareja… Además, ¡la mujer es inteligente! Del diario siempre sobra un sol, dos soles (ríe)…

Tiene tres hijos, la han ido a ver.

Los hemos llevado, de más pequeños. Han ido a los campeonatos, saben de qué se trata… y, sí, creo que se sienten orgullosos de mí.

Lamentablemente Perú no podrá estar en los Juegos Paralímpicos Río 2016 tras haber perdido con Argentina -en Toronto- ¡por un punto!

Por media canasta, sí.

¿Qué tan fregado fue eso?

Ay, no me hagas acordar ¡porque ahorita me pongo a llorar! (ríe)… Como dicen: “La vida da vueltas”; porque te cuento: el 2013 hubo un campeonato en Guatemala –yo no fui porque acababa de dar a luz-, que permitía clasificar al Mundial Femenino de Básquet, que se jugó un año después, y ahí les ganamos a las argentinas ¡por un punto, también! Las dejamos sin mundial; y ahora nos pasó a nosotras… Dios sabe por qué hace las cosas.

¿Qué es lo mejor de jugar básquet?

¿A nivel de selección? La satisfacción que uno siente al representar a su país.

Hay quienes viven pesándose de su suerte. Usted nació en un hogar pobre, tuvo polio a los once meses de nacida y hoy, como deportista, representa al país. ¿Qué le diría a los que lloran por las puras?

Lo primero es la fuerza de voluntad, las ganas de salir adelante, porque ¿cuánta gente que hoy es empresaria ha salido de abajo? Imagínate, yo, pobre y con discapacidad, podría decirse que es doblemente fregado, pero no hay que ser millonario para ser feliz. Todo depende de uno.

¿Es consciente de que es un ejemplo para sus hijos, para su barrio y para muchos más?

Como he salido en algunos reportajes, hay vecinos que me han dicho: “Te hemos visto en la TV”. ¡A mí me da roche! Yo simplemente hago las cosas que hago; y si los demás se enteran, bien; y si no, también. Juego básquet porque me gusta, porque quiero a mi país y porque me siento muy orgullosa de representarlo… y también porque me relaja un poquito.