Hoy ingeniero de Mantenimiento de Alumbrado Público, Luis tenía 8 años cuando su familia se mudó a San Juan de Lurigancho. No ha olvidado que alrededor de su casa entonces había chacras y que en su zona no había luz. Pasar de las velas a la energía eléctrica fue determinante, pues mejoró la calidad de vida de él y los suyos; quizás sea por esto que Luis valora tanto la labor que cumple en Enel Perú: resolver los problemas de alumbrado público. Es decir, devolver la luz a los vecindarios.
A diario se reportan unas 200 deficiencias a través de Fonocliente, el 80% son atendidas en las siguientes 24 horas. Para alcanzar este récord, Luis cuenta con un centenar de técnicos que peina de punta a punta nuestra zona de concesión. ¿Cuál es el reclamo más frecuente? Lámparas apagadas.
Ingeniero mecánico electricista de la UNI, el papá de Almendra y Mauricio tiene grabada en su memoria la fecha en que oficialmente se unió a nuestra empresa: 31 de mayo de 1996. “Ser parte de Enel es muy importante para mí por la labor que se realiza en favor de la población, porque el alumbrado público ayuda a afianzar la seguridad en cada zona, brinda confort”.
Seguridad y confort que goza también su familia, afincada en Los Olivos. Precisamente, durante un día libre, años atrás, Luis paseaba con su niña cuando en la calle se dio con una cuadrilla que venía reparando un cable de alumbrado público. Le pidió que lo espere, se les acercó; ella lo siguió, lo vio interactuar. Minutos después le preguntó qué había estado haciendo, por qué… Con cada respuesta, papá sintió energía eléctrica corriendo por sus venas. “¡Yo también quiero ser ingeniera!”, le dijo entonces; aunque ahora le atrae la Administración. “El tiempo dirá”, afirma él.